La presidenta tanzana Samia Suluhu Hassan culpó a los extranjeros por las mortales protestas postelectorales de la semana pasada, reconoció las vidas perdidas y instó a las fuerzas de seguridad a restablecer la calma. Su juramento en terrenos gubernamentales en Dodoma, a diferencia de una inauguración previa en un estadio, se produjo en medio de internet intermitente, tiendas y gasolineras cerradas, y una reapertura universitaria pospuesta tras los disturbios del 29 de octubre. La ONU citó informes creíbles de 10 muertes, mientras que un líder católico afirmó que fueron cientos. La oposición Chadema rechazó los resultados; su líder Tundu Lissu permanece encarcelado por cargos de traición. Líderes regionales asistieron mientras Kenia instaba al diálogo y la frontera de Namanga permanecía cerrada.
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