La Casa Blanca ha sido rehacida repetidamente, y disputada cada vez, desde las columnatas de Jefferson hasta la renovación completa de Truman después de que la pata de un piano de cola atravesara el suelo. Las actualizaciones posteriores abarcaron desde el Jardín de Rosas de Jackie Kennedy hasta la sala de prensa de Nixon. Ahora, el salón de baile de 90.000 pies cuadrados del presidente Donald Trump, financiado con 300 millones de dólares en donaciones privadas, está demoliendo el Ala Este a pesar de su anterior garantía de que no la tocaría. El proyecto provocó una protesta pública —Hillary Clinton dijo “lo está destruyendo”— mientras que el portavoz de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, lo elogió como una adición gloriosa destinada a todos.
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