El gobernador de Alaska, Mike Dunleavy, solicitó a la Casa Blanca una declaración de desastre mayor después de que los remanentes del tifón Halong devastaran aldeas remotas del oeste, matando a una persona y dejando a dos desaparecidas. En Kipnuk, el 90% de las casas fueron destruidas; en Kwigillingok, más de un tercio son inhabitables después de que algunas flotaran a la deriva. Más de 2.000 residentes han sido desplazados, y es poco probable que muchos regresen en al menos 18 meses. Anchorage está recibiendo evacuados —aproximadamente 575 hasta ahora, con hasta 1.600 esperados— mientras los funcionarios trasladan a las personas de los refugios a viviendas temporales y a más largo plazo. Las agencias federales y Texas están ayudando, mientras que los líderes locales prometen apoyo.
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