Maquinaria rugiente destrozaba el Ala Este mientras el presidente Trump confirmaba que la estaba demoliendo para construir un salón de baile de 8.361 metros cuadrados, elevando el precio del proyecto a 300 millones de dólares. Dos funcionarios dijeron que toda el ala será demolida, a pesar de las garantías anteriores de que la Casa Blanca no sería tocada. El Ala Oeste y la residencia permanecen intactos. La medida, defendida como más barata y sensata, generó la reacción de expertos en conservación citando la Ley Nacional de Preservación Histórica. El Servicio Secreto acordonó a los espectadores mientras caían escombros. El recinto está programado para albergar a 650 personas, aunque Trump ha dicho 999, con características de seguridad y financiación privada.
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