Un nuevo centro de detención de inmigrantes en Fort Bliss, Texas, un antiguo campo de internamiento japonés, ha provocado indignación. Con capacidad para 5.000 detenidos, la instalación de 1.000 millones de dólares refleja las condiciones de otros centros controvertidos, generando preocupación por las violaciones de los derechos humanos y la repetición de injusticias históricas. Los críticos establecen paralelismos con los campos de internamiento japoneses de la Segunda Guerra Mundial, citando condiciones similares y la falta de responsabilidad. La administración Trump defiende sus acciones, mientras que los grupos de defensa exigen el cierre, destacando el potencial de la instalación para militarizar la aplicación de las leyes de inmigración.
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